miércoles, 21 de noviembre de 2007

Tú, el pastel americano y las puertas del paraíso

hace mucho, mucho tiempo

vi cómo crecían las amapolas en tu cabello

llovía a cántaros

no sé si lo recuerdas

y realmente

yo no sé si lo estoy imaginando

Comencé a viajar por todas las orillas recibidas

y pronto me encontré rodeado de alcantarillas

donde se cocía todo el pescado

que había llegado medio muerto desde la bañera

que no se había terminado de tragar toda la sangre

En la portada del Times de aquél día

agonizaban dos nubes grises en un inmenso pantano

ya sabes

como llamando a la puerta del paraíso,

cerrada a cal y canto

desde que san pedro fue asesinado

por una banda de mafiosos sin escrúpulos

Y te fuiste, arrancándome la estrella del corazón

primero, ya sabes,

no la puedo usar nunca más.

Me senté en el sofá, arrodillado,

y me consumí en canutos hasta que no pude más.

Estoy seguro de que algo de mí queda aún

tirado en ese amasijo de horas y cuero.

Pasaron 20 años y tuve que salir a buscarte,

como si no hubiera hecho ya suficiente

con todas esas muñecas

a las que ponía tu nombre

cuando las descosía el vientre

made in taiwan

En el portal dormías con cara de niña exhausta,

tus ojos me miraban como si nunca hubieran estado muertos

y un gran tronco de árbol

se enervaba en tu vientre cortándote los hijos futuros en pedazos,

te fuiste con la nieve encima de los párpados,

un colgante barato de hoja de maría

y el deseo de bob dylan sudando bajo el brazo.

Con la noche tu cuerpo se quebró, igual que las campanas

en la iglesia cuando todos los poetas fueron fusilados.

Intenté llevarte al mar, donde nos encontramos,

pero en su lugar hallé un hueco vacío y repugnante.

De repente llovió, hubo guerra de pájaros,

y toda tú fuiste todo lo de color y vi cómo

te nacían amapolas de los largos cabellos ruidosos

y vi campos en tus ojos

ya cerrados.

Pero eso fue hace mucho, mucho tiempo

Muy lejos

y quizá no lo recuerdes